28/1/16 – NO hubo roces con la bandera boricua entre sus piernas, pero sí nalgadas, estrujones y exigencias. Madonna dejó a un lado las polémicas y se entregó por completo a sus fans puertorriqueños durante la primera de dos funciones de como parte de la gira «Rebel Heart» en Puerto Rico.
La estrella descendió al escenario en el interior de una supuesta celda, de la cual logró liberarse gracias a sus bailarines, para luego desplazarse a lo largo de una extensa pasarela en forma de cruz que conducía a una plataforma con figura de corazón.
Esta señal de poder permitió que la diva tomara el control total del Coliseo de Puerto Rico José Miguel Agrelot, abarrotado por miles de personas que esperaron tres largas horas en espera de que diera comienzo su concierto, el cual arrancó poco después de las 11:00 de la noche, según lo tiene previsto la producción del evento.
De esta manera, la cantautora le dio inicio a su espectáculo «Rebel Heart», que podría describirse como un recorrido místico por sus 35 años de trayectoria musical, sin escatimar en luces ni efectos especiales, contrario a lo que la gran mayoría de artistas anglosajones han hecho cuando se presentan en la Isla.
«¿Están listos para encender este lugar? Ya de por sí hace bastante calor en Puerto Rico, ¿creen que pueden con más?», cuestionó la diva en inglés como preámbulo a los temas «Burning Up», «Holy Water» y «Devil Prey», provocando que todo su público no dejara de aclamarle.
«¡Te amo!», vociferó un hombre desde las gradas con la suerte de que lo escuchara.
«Y yo a ti», le respondió la Reina del Pop, en un intercambio que sirvió como inicio de una conversación con los presentes, donde entre tantos temas, aclararon sus años de ausencia al País.
«¿Son 22 ó 23?, ¿hace cuánto tiempo es que no he venido de visita?», le preguntó a su audiencia, recibiendo un rotundo 23 de respuesta.
Era evidente que la súper estrella le pusiera fin a esos 23 años de ausencia ante su fanaticada boricua, a juicio de los vítores, aplausos y gritos que sacó de los presentes entre la interpretación de sobre 20 canciones como, «Body Shop», «True Blue», «Deeper and Deeper», «Illuminati», «Messiah» y una versión íntima de «La Vie En Rose». En esta última le pidió a los fans que encendieran las luces de sus celulares.
Demostrando su talento para el baile, Madonna estuvo acompañada la mayoría del tiempo en el escenario —que en ocasiones se transformó en una escena de la “Última Cena”, un taller de mecánica y hasta el espacio ideal para celebrar una boda simbólica – por algunos 10 bailarines quienes, al igual que la estrella norteamericana, no se aquietaron durante las dos horas y media que duró el concierto.
La cantautora estadounidense cerró la primera de dos noches seguidas en suelo boricua, saliendo en tarima con la bandera de Puerto Rico en mano, lo que despertó la expectativa entre la gente, quienes sospecharon que iban a revivir el icónico momento cuando se pasó la monoestrellada por sus partes íntimas . Sin embargo lo que hizo fue cargarla en su espalda, como si se tratara de una capucha, para luego despedirse cantando «Holiday».
Por Pablo Molina