7/5/15 – #tbt EN los albores del 2000, la entonces fiscal Mayra López Mulero anunciaba (a esta reportera) su deseo de dedicarse al pugilismo y para ello se sometía a un fuerte entrenamiento diario. Hace 15 años atrás, la jurista ya había ganado una gran notoriedad en el descargo de sus funciones contra el narcotráfico. Sobre todo, en aquel muy sonado caso de trasiego de drogas en el que se vio involucrado Alfredo Cotto, integrante de Grupomanía. A la postre, por cierto, el tribunal despachó el caso con un No Ha Lugar.
Mas su ejecutoria, exponía a Mayra a una serie de amenazas de muerte. Incluso, algunas de estas se materializaban en atentados, aunque ninguna le había causado daño físico. De ahí a que la funcionaria se incorporara a una intensa rutina de boxeo y así canalizar las tensiones que genera su labor como representante del Ministerio Publico.
El entrenamiento diario al que se sometía de la mano de José Bonilla Rodríguez – también coach en el gimnasio de la Escuela de los Deportes, en Carolina – permitía encarrilar todo un cúmulo de emociones que debía reprimir durante las litigaciones en los tribunales de Puerto Rico. Ese estrés se traducía en movimientos rápidos y precisos.
Un año más tarde, la ahora abogada criminalista intervino en un homenaje a don Félix Tito Trinidad que se celebró bajo el nombre “Príncipes del Ring” en el Coliseo Guillermo Angulo, de Carolina. La invitación tuvo el propósito de que demostrara sus habilidades en este deporte. En el cuadrilátero la letrada estuvo aproximadamente un minuto evidenciando su preparación boxística con el característico juego de puños.
Sin embargo, meses más tarde Mayra consideró que no quería hacer una carrera de este deporte y determinó que este sería “debut y despedida”.
Por Helda Ribera Chevremont