12/05/17 – HAY artistas que en su trayectoria tienen lugares comunes; que se repiten y revisitan. Anoche fue la quinta presentación en Puerto Rico de Sting como solista, y la sexta en total, considerando su concierto con “The Police”, hace ya casi diez años.

Esta vez, como parte de la gira mundial de su disco “57th & 9th”, regreso al Coliseo José Miguel Agrelot. Y nuevamente le acompañó su primogénito, Joe Sumner, ahora como solista y quien estuvo a cargo de abrir el concierto.

En la interpretación del corte musical que da nombre a su disco “Jellybean”, se le unió el grupo The Last Bandoleros, que continuó como segundo acto, inyectando al público una buena dosis de pop-rock con influencias de los Beatles. Sus cuatro integrantes: Diego Navaira (bajo), Emilio Navaira (batería), Jerry Fuentes y Dereck James (ambos en guitarra) armonizaron voces en todas las canciones que interpretaron. Su sello personal es el acordeón, a manos de Percy Cardona, quien resaltó por su versatilidad melódica.

Solo pasaron unos veinte minutos luego de finalizada su presentación, cuando las luces del coliseo se apagaron para dar paso al evento principal de la noche. Sting, bajo en mano, salió acompañado de sus guitarristas Dominic Miller, Rufus Miller y el percusionista Josh Freese. Subieron a la tarima provocando vítores y aplausos. Entre un impresionante despliegue de luces y sonido, arrancó el concierto con “Synchronicity”, inmediatamente seguida por “Spirits”. Con un “Uh, oh, oh!”, al que el público le hizo eco, entonaron “Englishman” y ya con una arena completamente de pie, siguieron con “I Can´t Stop Thinking About You”. Aquí Sting se tomó el momento para saludar.

“¡Muy buenas noches querido público puertorriqueño! ¡Estamos muy contentos!”, dijo fuerte y aprovechó para presentar a los músicos, acompañados en los coros su hijo Joe Sumner y los integrantes de The Last Bandoleros.

El espectáculo continuó con “One Fine Day”, que dedicó a EPA (Environmental Protection Agency); canción que es un llamado a la conciencia del cambio climático y la conservación del planeta. “She Is Too Good For Me” volvió a levantar al público de sus sillas, seguido de “Hung My Head” con la introducción de acordeón nuevamente a manos de Percy Cardona, quien también tuvo un solo en “Fields Of Gold”.

Prosiguió el repertorio con “Petrol Head”, un disparo de adrenalina en el que brilló Rufus Miller en la guitarra. Luego “Down, Down, Down” y “Shape Of My Heart”, enmarcado en una ambientación lumínica hipnótica y un solo de Dominic Miller, veterano músico de origen argentino que lleva casi 30 años colaborando con Sting y fue coautor de esta canción.

En los coros se le unió Joe Sumner y al finalizar, Sting comentó en español:

“Señor Dominic Miller y su hijo. Y Joe, mi hijo”.

La noche siguió su curso en ascendente con los acordes de “Message In a Bottle” y la audiencia coreó de pie, muchos con celulares en mano tratando de preservar el momento.

“¿Dónde está mi hijo? ¿Señor Joseph?”, preguntaba Sting, mientras Joe Sumner hacía entrada para interpretar “Ashes To Ashes”, de David Bowie.

Sting regresó al micrófono para cantar “50,000”, canción que escribió en homenaje póstumo a Prince y a David Bowie, y a otros de sus contemporáneos que fallecieron en 2016. El Juego de luces aclimataba para “Walking On The Moon”, y para “So Lonely” que reverberó entre las paredes. En “Desert Rose”, Emilio Navaira (The Last Bandoleros), se unió con su tambor snare impartiendo sabor a carnaval.

El público bailó con alegría. Las notas y focos se encendieron en rojo para “Roxanne”, canción que también corearon a viva voz los espectadores. En medio de la ovación salieron fuera del escenario, pero la gente siguió pidiendo otra y Sting regresó con sus músicos para cantar “Next To You” y su éxito “Every Breath You Take”.

Otra vez abandonaron las tablas dejando a la audiencia en euforia. Fueron aclamados, hasta que Sting salió, en esta ocasión guitarra en mano, para interpretar “Fragile”. Finalmente la estrella se despidió.

“We´ll see you again!”.

Y tomando esas palabras como una promesa, salimos del Choliseo con la satisfacción de haber presenciado un músico realmente grande. Una de las leyendas de la música que todavía nos quedan vivas.

Por Michelle Meléndez

(Fotos: David Díaz)