EN 1970, y varios meses después de su triunfo en el Primer Festival de la Canción Latina de 1969, con el tema “Génesis”, Lucecita Benítez se imponía con el african-look, luego de su regreso de un viaje a México.
Sin embargo, la imagen que presentaba la artista en sus comienzos era la de un cabello largo y lacio. Según se iba transformando con el paso de los años, igual su imagen atravesaba por diversas transiciones: corto, acicalado, ligeramente ondulado hasta llegar al afro que tantas polémicas suscitó en su momento.
En aquella época tan diferente de nuestra televisión, la aparición de la cantante en los diferentes programas era el pretexto perfecto para que en todo hogar brotaran disputas en torno a sus
famosos peinados.
En el caso de la Revista VEA, por ejemplo, se creó una especie de referéndum para que los lectores pudieran explicar su opinión sobre el recorte. Los votos comenzaron a llegar por miles a la redacción, lo que ratificó dos detalles sobradamente conocidos: la popularidad de la cantante y el poder de penetración que ya tenía entonces dicha publicación. Los resultados fueron dramáticamente desiguales: 248 votos a favor del afro; 2,823 en contra.
Pero el asunto de sus looks de peinados no quedó ahí. También su peculiar estilo de vestir. En el 1969, Lucecita Benítez impuso los pantalones bell bottom, con gabanes salpicados de pedrería. Después adoptó la moda de las túnicas largas, adornadas con bordados al estilo de la cultura India. Esta fase se registró en la época de su concierto 
“Traigo Un Pueblo En Mi Voz”, con el que recorrió diversos pueblos de Puerto Rico después de su exitoso estreno en el Teatro Sylvia Rexach, que para esos años estaba en todo su apogeo.
En medio de esta metamorfosis, Lucecita también le sometió al habano y lo fumaba con regularidad.
“Hace un tiempito que fumo cigarros. Sé que quizás no sea muy refinado, pero me gusta más. A nadie tiene que estarle raro…”, reveló a VEA mientras esperaba su turno para aparecer en un show en el teatro Puerto Rico de Nueva York. Más adelante, sin embargo, suspendió el hábito.
Siguiendo con sus cambios de apariencia, Lucecita también ha tenido que batallar para conservar la línea. Entre las dietas y una cirugía plástica a la que se sometió para refrescar el rostro, la intérprete de “Mujer A Mujer”, se iba volviendo más glamorosa en su forma de vestir. De hecho, en un momento determinado, siguiendo las recomendaciones de su entonces representante Lolyn Paz, le dio por utilizar un guardarropa muy delicado, adornado con encajes y telas transparentes, parecidas a la que distinguían a su colega Nydia Caro.
Un estilo que mejor se amoldó en esa etapa a la imagen de la intérprete, fue la que le diseñó David Fernández. Consistía en modelos muy lujosos recamados en canutillos y mostacillas.
No obstante, al margen de una apariencia física que siempre llamaba la atención del público, Lucecita experimentaba otras transformaciones quizás más importantes. En el aspecto interno, emanó un estilo de cantar más maduro y con voz grave, potente; utilizando una selección de su repertorio de mayor riqueza temática. Se evidenciaba de esta forma una desvinculación de la militancia política, a la par con su participación como actriz en varias telenovelas, como “El Amor Nuestro De Cada Día” y “Vida”, por WAPA TV.
No había duda alguna de la gran distancia que ya existía entre la Lucecita Benítez que venció en el Festival de la Canción Latina, celebrado en México en 1969, con la canción “Génesis”, de Guillermo Venegas Lloveras. 
La brecha continuó en el avance de su trayectoria artística haciendo estremecer de emoción al público que la hizo su favorita.
Pero ojo, la vida amorosa de la reconocida cantante también tuvo sus capítulos y no pasó por alto en las páginas de VEA. Desde su presunto romance con el galán Frank Moro, que en muchas ocasiones ella se vio precisada a desmentir, hasta el encono que causó en la fanaticada su confrontamiento con Lissette Álvarez por el amor de Chucho Avellanet. Aquel trío de artistas prevalecía en el gusto de la teleaudiencia que se peleaba por la pareja que debía unirse románticamente. Su popularidad crecía de forma ascendente porque diariamente aparecían en un programa al mediodía por el Canal Dos, junto a Alfred D. Herger.
Helda Ribera-Chevremont, Periodista