27/8/15 – EL rapero Vico C, quien mañana tiene una participación sentimental muy especial en el concierto que ofrece Tego Calderón en el Coliseo de Puerto Rico, no solo tiene en su esposa Sonia Torres a su mayor admiradora sino a una manejadora que vela mejor que nadie por los intereses de su marido.
“Siempre hemos estado activos trabajando, porque hay contratos previamente establecidos y tratamos de colocar las cosas en orden. Toma tiempo y mucho más cuando hay compañías que ya desaparecieron o cambiaron. Entonces estamos poniendo las cositas al día. Se acabó el abuso”, explica Sonia a Helda Hoy, unida al artista desde hace 24 anos. Este próximo 2 de septiembre cumplirán los 19 de casados.
HH: ¿A qué abuso te refieres?
SONIA: Cuando la otra gente estaba en el manejo. A las injusticias.
HH: Tú que conoces bien la industria, ¿es más fácil ahora por haber más recursos para promover la carrera?
SONIA: Es mejor porque las redes sociales nos bendicen, llegamos mucho más lejos, la familia puede conectarse con sus artistas favoritos cuando lo deseen. Pero si extraño cositas de los tiempos pasados, pues se garantizaba mucho más y se respetaba con clase lo que era el verdadero talento.
HH: Vico C es un exponente que ha sembrado mucho en música.
SONIA: Si, es un excelente compositor, ha aportado mucho musicalmente en el género en este País y en Latinoamérica. El enriquecedor mensaje de sus canciones ha calado en el corazón de muchos y ha bendecido familias y eso para nosotros es bien importante.
Sobre los tres hijos habidos en su matrimonio con Vico C, ya dos de ellos pronto van a alcanzar la independencia: el de 21 años vive en Nueva York y el de 19 se dispone a radicarse en Chicago para fines de estudios. Pero “me quedo con la chiquita de 16, que es artista, porque todavía está de criar”. En cuanto a Marangely, la mayor, ¡que ya tiene 25!, es maestra de escuela.
Sonia, por cierto, recalca con picardía a Helda Hoy que “Vico se ha puesto bello” ya que mantiene una disciplina consistente en la práctica de los ejercicios físicos.
Por Helda Ribera-Chevremont