23/7/15 – “¿ACEPTAS a Jesús como tu Salvador?”, preguntó Mexicano 777 a la joven que se desangraba en el suelo producto de una una violenta balacera ocurrida frente a la Discoteca Hollywood del Viejo San Juan, en 1997.
“Sí”, respondió ésta moralmente herida.
Su nombre era Laura Aponte Rivera. Fue Mexicano quien la encontró. El cantante auxilió a la joven y al ver la cercanía de su muerte y la consoló. Ese gesto, desconocido para muchos, es siempre recordado por la madre de Laura, Myra Rivera, que recientemente visitó al reguetonero en su hogar, guiada por el profundo agradecimiento hacia el por haber ayudado a su hija en sus últimos minutos de vida.
Irónicamente, quince años más tarde, Israel Perales Ortiz también perdía su batalla. El falleció hoy jueves a causa de un cáncer en su garganta y lengua. El intérprete, comenzó en la vieja escuela del reggaetón en la década de los 90 participando con destacados disc jockeys como DJ Adam y DJ Playero.
La tumultuosa vida de este rapero puertorriqueño, que alcanzo el éxito con los temas “Bendición Mami” y “Guatauba”, no fue ajena al público. En distintos medios se expuso de forma algo morbosa, los detalles de su deterioro físico y el avance de su condición, una vez se supo de la gravedad de su enfermedad.
Pero más allá de los muchos tatuajes que cubrían su cuerpo, su apariencia agresiva y sus letras en el género del reggaetón, había un hombre con convicciones y sentimientos. Así se evidencia en el dato anecdótico relatado sobre Laura.
Pucho, como le llamaban sus allegados, estuvo preso tras haber sido hallado culpable por violación a la Ley 54 acusado por su entonces pareja. El reguetonero fue sentenciado a una probatoria de tres años que cumplía en Hogar Crea, de donde se escapó para vengarse de la muerte de su hija que fue asesinada en el 2013.
Israel Perales murió en su casa de Manatí que compartía con su padre. En una entrevista reciente con el diario Primera Hora expresó que “no tengo miedo a morir”. (“No es miedo, es el no volver a ver a las personas que yo amo, el no volver a abrazarlos, a no volver a treparme a una tarima a cantar. Eso sí me dolería. Pero el morir no, porque Dios está en mi corazón”, sentenció antes de perder totalmente su capacidad para hablar).
Por Julia Alemán
(Fotos Facebook)