El miércoles 18 de marzo de este año 2015 se llevó a efecto la quinta exaltación al Salón de la Fama de la Música. Todo comenzó a las 6:00 de la tarde cuando empezaban a desfilar por los pasillos del Centro de Bellas Artes de Carolina figuras legendarias cuyo aporte, trayectoria y legado, vienen a ser la envidia de muchos.
Pero en esta ocasión el ambiente se notaba distinto. Por primera vez se integraría la Corporación de Puerto Rico para la Difusión Pública como una mano amiga dando el espaldarazo a un noble esfuerzo producto del sueño de una institución sin fines de lucro, sin subsidios gubernamentales o fondos federales. La institución que durante los pasados cinco años ha luchado para mantener vivo el legado musical de figuras relevantes en esta maravillosa industria, comienza a ver los frutos de esa lucha sin tregua, de cientos de puertas tocadas y de una gestión certera e invaluable.
Inició la noche con un recuento visual de las pasadas cuatro ediciones. Momentos importantes, figuras queridas y artistas que dijeron adiós a este mundo sabiendo que se les reconocía en vida su trabajo y amor a aquello que representaban.
Joaquín Jarque, el maestro de ceremonia asignado, irrumpió en escena para compartir con los allí presentes unas palabras de reflexión sobre la música escritas por la recién fallecida cantautora Ivania Zayas Ortiz. Como presagio de una noche que tendría grandes momentos de emoción, se presentó la Orquesta Filarmónica de Puerto Rico Arturo Somohano para acompañar a Claudina Brinn en una exquisita invocación musical titulada ¨Precioso de Israel¨.
¡Y comenzó el desfile de exaltados! Todos serían acompañados por un padrino que les entregaría la estatuilla elaborada en fino cristal. Cabe destacar que la premiación se realizó en orden alfabético, siendo este detalle algo poco visto en este tipo de actividad.
Alfred D. Herger, por ejemplo, apadrinó a Julio Angel, quien desde su silla de ruedas sonrió, saludó y mostró estar feliz como hacía mucho tiempo no se le veía. El presidente de New Life Broadcasting, Juan Carlos Matos, apadrinó a Claudina Brinn en su exaltación. El licenciado Angel Tapia tendría la misión de apadrinar a su sobrina. Nada más y nada menos que la eterna vedette de América, Iris Chacon. Como siempre, linda, sencilla y honesta en cada palabra.
Fue entonces cuando me correspondió el privilegio de apadrinar la exaltación del compositor Edmundo Disdier. Mundito, como le conocemos. Con una mente clara y ese maravilloso don de la palabra, agradeció ese gesto que, dicho sea de paso, era más que merecido. Llegó entonces el momento de disfrutar nuevamente de la Orquesta Filarmónica de Puerto Rico Arturo Somohano, la que interpretó las obras ¨Dime¨ y ¨Suite Caribeña¨, creadas por el propio Somohano.
Posteriormente, el pastor Ismal Marcano apadrinó a Grupomanía que durante su exaltación y para sorpresa de muchos de los allí presentes, supimos que de esta famosa agrupación han surgido muchos hombres de Dios que hoy predican la Palabra del Maestro.
Otro momento emotivo surge entonces cuando un video realizado el pasado año nos regala la oportunidad de admirar a Cheo Feliciano y a José Nogueras interpretando “Amada mía”. Posiblemente, amigo que me lee, usted dirá que ¿qué novedad hay ahí? Pues le respondo, por cosas de la vida, que esta fue la última presentación de nuestro querido Cheo, quien días más tarde habría de fallecer en un accidente automovilístico.
Más tarde le tocó el turno al producto Richie Viera, apadrinando a Don Quique Lucca, quien a sus 102 años subió al escenario, habló y agradeció a los presentes la distintción. Su hijo Papo Lucca, ese glorioso pianista, también subió a escena para abrazar a su padre, y más de una persona vi secarse las lagrimas al momento en que Papo exclamó: ¨Papi, te quiero¨.
Otro de los grandes de la música, Humberto Ramírez, sería el padrino de “Mr. Afinque”, Willie Rosario, quien es otra innegable gloria de la música tropical.
El propio maestro Roselín Pabón, sería el responsable de recibir junto a Margarita Somohano, la exaltación del gran músico Arturo Somohano, quien le brindó a Puerto Rico su Orquesta Sinfónica en los años cincuenta.
Se instituyó, por cierto, un premio especial llamado ¨Premio Bohemia¨. Los primeros tres ganadores del mismo lo serían Carmen Nydia Velázquez, José Juan Tañón y honrosamente éste que les escribe. Juntos cantamos un homenaje musical al maestro Edmundo Disdier, quien no salía de su asombro. El maestro Cuqui Rodríguez nos acompañó magistralmente al piano. José Juan cantó ¨En Primavera¨, Carmen Nydia sería la responsable de interpretar ¨Máscara¨ y yo vocalicé el tango ¨Déjame Hablarte¨ .
La última exaltación de la noche correspondió al premio Rafael Quiñones Vidal que le fue otorgado a Mariano Artau. Su hijo Marianito recibió la distinción y habló emotivamente sobre su padre.
Y poniendo punto final a la noche, los chicos de Grupomanía nos hiceron vibrar desde los asientos con su alegría y pegajoso ritmo.
Agradezco personalmente a la junta de directores por la distinción conferida, a los auspiciadores que han sido consecuentes y fieles a este sueño; a José Nieves, presidente del Salón de la Fama de la Música, y a todos los miembros de la junta de directores. Y muy especialmente a la presidenta de la Corporación de Puerto Rico para la Difusión Pública, Cecille Blondet Passalaqua, quien nos expresó su apoyo incondicional pues “donde haya un puertorriqueño cuyo legado se reconozca, ahí estaremos siempre para que se enteren todos”.
Y así finalizó otra noche para la historia. Un acto de justicia que reconoce el legado y trayectoria de aquellos que a diario honran su cultura, fomentan los valores y defienden esta tierra para que las futuras generaciones conozcan un poco más de lo que ha sido el verdadero aporte cultural y trascendencia. La historia la escriben los que hacen…Hasta la próxima