Edgardo Huertas, cantante y productor
A las diez de la mañana del miércoles 4 de marzo de 2015 se abrieron las puertas del Ateneo Puertorriqueño. Esta vez, para rendir un tributo póstumo a uno de los actores más importantes del histrionismo boricua. Braulio Castillo, el inolvidable “Renzo el Gitano” de la primera telenovela realizada totalmente a colores en nuestro Puerto Rico, sería testigo desde el infinito de la reunión de artistas, técnicos, productores, cineastas, personalidades del mundo cultural, social y político que allí se dio cita.
Comenzaron las guardias de honor encabezadas por la familia y miembros de la clase que tanto amó, defendió y honró. La sala quedó pequeña ante el calor humano y físico que se vivía minuto a minuto. Y no era para menos, Puerto Rico perdía un patriota. Un hombre que con su arte llevó a lugares sublimes la carrera histriónica y su bandera como estandarte.
Braulio Castillo logró unirnos en un mismo dolor, en una misma tristeza y ternura. Nos recordó la fragilidad de la vida, que aun siendo famosos, importantes y brillantes, habremos de despedirnos tarde o temprano dejando en los corazones ese vacío inmenso que sólo producen los grandes.
El Ateneo Puertorriqueño, casa cultural y custodio del patrimonio de los verdaderos artistas, tenía que ser el lugar de este encuentro. Hace unos años se le dedicó a Braulio el “Cine Sin Pantalla” que se realiza anualmente y en el que en varias semanas se proyectaron algunas de sus muchas películas. Allí asistió junto a su amada Carmen y algunos de sus hijos. Se disfrutó cada escena de las mismas, compartió anécdotas y en un breve intercambio de palabras habló de la importancia de creer en lo que se hace y hacer aquello en lo que se cree.
Hoy, viendo figuras como Sandra Rivera, Cordelia González, Belén Ríos, Orville Miller, Luz María Rondón, José Félix Gómez, Ramón Saldaña, Gil Viera, Alberto Rodríguez, Jorge Luis Ramos, Mariely Durán y tantos otros, entendimos el verdadero significado de la palabra trascendencia. No solamente es ir más allá de cualquier límite, es perdurar en el recuerdo, en la admiración y las generaciones.
Aún aquellos que no compartieron la escena con él, brindaban sus respetos a la memoria del actor y su abrazo solidarios a los familiares.
Braulio Castillo escribió con letras de oro el oficio del histrión. Pero fue más allá, abriendo las puertas a una generación de actores boricuas e hispanos que para su época de gloria desconocían el concepto de globalización. Pero conocían al actor boricua que era visto en el mundo a través de “Simplemente María” y “El Topo Gigio” en español.
Quedan en el archivo sus actuaciones en títulos como: “Más Allá del Capitolio”, “Caña Brava”,” Lamento Borincano”, “Amor Perdóname”, “Mulato”, “Intolerancia”, “Operación Tiburón”, “Juicio Contra Un Ángel”, “Harbor Lights”, “Bello Amanecer”, “Adiós Nueva York, Adiós”, “Puerto Rico En Carnaval”, “Una Mujer Sin Precio”,”Correa Coto, Así Me Llaman” y “El Cielo y Tú”, por tan sólo mencionar algunas.
Pero lo más importante es que queda su estilo, su seriedad y complicidad al interpretar un personaje. Esa mezcla de sinceridad, oficio y fantasía que sólo los buenos histriones saben combinar eficientemente. Pero nos deja el ejemplo de amor a su patria, a su familia, a sus compañeros de oficio y su bondad aferrada a ese maravilloso Ser Supremo que nos permitió disfrutar de su paso por la vida.
Braulio Castillo, perdimos al actor, ganamos la lección de vivir amando y amar viviendo.