Admito que es difícil, ¡no!; ¡en realidad es horrible!, ese proceso de encontrar balance en solitaria. Hay días buenos que uno se siente que se lleva el mundo por delante. Pero hay otros que solo una canción de esas matadoras te lleva a la depresión más profunda… Y nos sentimos como la mujer más inaceptable, hinchada y solterona que existe en este suelo boricua. Entonces dirigimos nuestra mirada con todo el odio del mundo (lo he hecho…mucho) hacia esas parejas que se ven felices y enamoradas.
Esto pasa y seguirá pasando, ya que en ocasiones el perder el balance momentáneamente es parte de una vida balanceada. Toma tiempo, esfuerzo y un proceso de desaprender lo que toda la vida nos han dicho que debe ser una vida completa (graduarse de la universidad, enamorarse, casarse, tener hijos y comprar una casa)
Mas no siempre es así, y eso está bien. Dentro de este pedacito de vida que me tocó vivir, mi decisión es esa: ¡VIVIR! Y es la que le recomiendo a mis compañeras en batalla. Vamos a aprender a estar solas. Disfrutar de nuestra compañía, salir más con nuestras amigas, ver más amaneceres, reír más y llorar menos, sin dejar de quebrantarnos.
Sugiero que en momentos de aprietos cada chica debe tener su gaveta, al lado de la cama, los primeros auxilios ¡con baterías! Tenemos que dejar de lamentarnos por algo que puede que nunca llegue. Los días son demasiados cortos para pasarnos el tiempo pensando en lo que socialmente “debería ser”. Este es el hoy y ahora y hay que vivirlo en balance, en paz y feliz.