LUISITO Y NENAS RETRO WA

EN 1990, dentro de su agitada vida como productor y animador  de televisión, Luisito Vigoreaux siempre sacaba tiempo para compartir con sus hijas Patricia y Priscilla, quienes no ocultaban la admiración que sentían hacia su papa. Estar divorciado de la madre de sus niñas no impedía que entre ellos existiera una magnífica relación.

“Aunque no vivimos juntos, siempre estoy pendiente de las nenas. Compartimos muchas actividades; las acompaño a volar chiringas, vamos al cine, a hacer la compra en el supermercado…”, enumeraba el entonces productor de “El Show del Mediodía”, de WAPA Televisión, observando las rutinas de ballet de las chicas que eran alumnas  de la compañía de Ballets de San Juan, que para entonces dirigía Ana García.

Ambas recibían la herencia artística directamente de su abuelo, el fallecido animador de nuestra televisión Luis Vigoreaux, quien también se lo transmitió a sus hijos Luisito y Roberto.

luisito tbt waSegún contaba esta experimentada figura de la industria televisiva puertorriqueña, Patricia, quien al momento de realizar este reportaje tenía 12 años, era la de mayor habilidad y disciplina. Tomaba clases seis días  a la semana “y por nada del mundo falta a clases”. La chiquita, decía, ¡jum!, “es un vivo retrato en lo que a comportamiento se refiere; es bien picoreta”. (“El domingo la llevé al supermercado y en lugar de comprar cuarenta o cincuenta dólares que es lo que normalmente hago, tuve que pagar casi trescientos porque compró todo lo que se antojó: dulces, galletas, refrescos, muñecos…Es tremendita y siempre está de buen humor, vacilando”, contaba sobre las niñas que mantenían excelentes calificaciones de A en el Colegio Puertorriqueño de Niñas).

En esa época, el también chef de “Entrando Por La Cocina” comento que no le gustaba involucrar a las jovencitas en sus quehaceres sentimentales.

“No les he presentado a las que han sido mis novias. Nada tiene que ver con ellas. Tampoco me preguntan. Pero de todas maneras, yo trato de cuidarme lo más posible”, decía, aún consciente de que siempre estaba sujeto a que se ventilara su vida íntima.