21/4/14 – LA vida de Tony Croatto bien podría ser llevada a las páginas de un libro. Desde sus vivencias durante sus años infantiles en Italia cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, hasta su encuentro con Puerto Rico. De este País se enamoró para siempre, al extremo de convertirse en un jibaro Italiano, puertorriqueño por adopción. Todo en su entorno, a partir de entonces, fue escalando de forma positiva, enamorando así a cada ser humano que se le acercaba.
El público que asistió al espectáculo “Croatto, Homenaje a Tony” celebrado en el Centro de Bellas Artes de Santurce el pasado 3 de abril, vivió la experiencia de verse obligado a repetir la nostalgia que causa su ausencia y el dolor de su partida hacia la eternidad, el 3 de abril de 2005. Sin embargo, no cabe duda de que este tributo que le rindieran entrañables amigos y colegas, músicos, sus hijos y hasta un nieto, todos en un mismo escenario, impactaron aún más profundamente a los que vivieron de cerca el triste proceso de su enfermedad y el momento de su último suspiro.
Las imágenes de Tony proyectadas en pantalla durante el desarrollo del concierto, nos remontaron a los diversos momentos de sus interminables relatos. Al pie de una mata de plátano, por ejemplo, recordaba que a tres meses de su nacimiento en marzo de 1940, Italia entraba en guerra. Su interés de cultivar la tierra le venía de los días difíciles que vivió de hambruna y de grande necesidades. Recordaba entonces cuando “todos los ciudadanos fueron reunidos en las plazas de los diferentes pueblos, mientras Benito Mussolini, anunciaba por los altoparlantes de Roma, la cruda y dolorosa realidad”.
La velada dio inicio con la aparición de Hermes Croatto y la corista Yanira Torres interpretando temas que hicieron notorios a Tony y sus hermanos Nelly y Tim en sus años de juventud. Tales como, “Eso, Eso”, “Azúcar”, “El Eco del Carretero” y “Hermanos”. A partir de ese momento, y por espacio de dos horas, un desfile de figuras representando tres generaciones relacionadas al artista musicalmente, completaron el emotivo espectáculo.
Por Helda Ribera-Chevremont
Fotos y cámara: Pedro Ruidiaz
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